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A PROPÓSITO DEL CORONAVIRUS… UNAS CUANTAS DE CUESTIONES PARA REFLEXIONAR

Una vez más, y lo hemos hecho desde el principio, nuestro agradecimiento de corazón a quienes están dejando su tiempo y sus fuerzas el servicio de la vida de los demás en tantas tareas e iniciativas admirables, y a quienes han dado un paso adelante solucionando los problemas, mientras que quienes deberían protegernos, siguen titubeando, escondiendo la verdad y retrasando las actuaciones de las que dependen la vida de millones de personas. Pero hoy es también justo y necesario alzar la voz ante el daño que la cultura de la muerte sigue haciendo a nuestra ya herida sociedad, algo que es aún más cruel sabiendo la lucha y el dolor que atravesamos. Por ello quiero poner sobre la mesa dos asuntos que requieren una rápida y tajante respuesta.

El primero se refiere al hecho de que los centros que se dedican a quitar la vida a los no nacidos y a dejar a sus madres abandonadas, sigan abiertos como si fueran servicios de primera necesidad. Centros de muerte que, les dicen a las mujeres que acudan a las urgencias de los hospitales públicos, cuando les provocan daños físicos, muy serios a veces (para qué hablar de los psicológicos). Urgencias especialmente hoy saturadas por el problema del coronavirus, y que están teniendo que posponer o dejar de atender a personas con graves patologías. Las mandan allí, porque ellos no hacen frente a las graves consecuencias físicas que a menudo trae el aborto provocado, incluso la muerte. Consecuencias que ocultan y por lo que han sido recientemente condenados por la Audiencia Provincial de Asturias por mentir con publicidad engañosa. El procedimiento de quitarle la vida a un hijo no nacido es un acto cruel, por mucho que quieran ocultarse las imágenes y la información. Y es también una terrible violencia hacia la mujer. El aborto provocado, aunque se vista de derecho y esté pagado con dinero público (sumado al que abonan privadamente muchos otros), provoca la muerte al inocente hijo, pero también deja en la mayoría de las madres (y padres, abuelos, amigos…) y en generaciones enteras, secuelas terribles a todos los niveles. Esto también es lo que es y lo conocemos a fondo. Sí, tenemos que hablar de esos inocentes cuya muerte se ha legitimado y considerada una prioridad. Pero el asunto no es sólo que se considere un servicio prioritario sino que los empresarios de estos negocios se quejen de que han reducido sus ingresos, porque afirman que han ido un 20% menos de mujeres a salir con sus vientres vacíos y sus corazones más aún. ¿Querrán luego reclamar pérdidas? ¿Querrán sumarse a las subvenciones de negocios afectados por esta crisis? Se han suspendido o aplazado intervenciones de diversas patologías, pero el aborto es considerado como de primera necesidad. España entera, hombro con hombro, saca recursos y fuerzas de debajo de las piedras, pero ellos a lo suyo, reclamando no sólo ingresos, sino pretendiendo que se eliminen los escasos trámites que la terrible ley que tenemos exige. Quieren que se suprima “la informativa presencial de la mujer previa a la IVE “y por tanto los tres días de reflexión, como recogen el Diario Público del 1 de abril, la Vanguardia y otros. El negocio es el negocio. De hecho, ya lo ha hecho la Consellería de Salud de Cataluña, agilizando los trámites. Además de no importarles el hijo ni la madre, ¿pueden vulnerar impunemente la ley? ¿por qué estas instalaciones no se desinfectan y se ponen al servicio de la vida como otros recintos y se suspende esta actividad que no solamente no es necesaria, sino que provoca dolor y muerte, en los hijos, en las madres y padres y en la sociedad entera? Afortunadamente las mujeres embarazadas en dificultades pueden seguir siendo atendidas, con las precauciones debidas, para que ellas y sus hijos salgan adelante, sacando lo mejor de sí cuanto más dura es la situación. Porque la vida se abre camino y vence, porque estamos descubriendo de lo que puede ser capaz una sociedad valiente como la española, que cuanto más está contra las cuerdas, más nos sorprende con actos increíbles de generosidad y de bien.

La segunda cuestión hace referencia al hecho de que, en algunos hospitales y residencias, hay personas que, por su edad o discapacidad, están siendo deliberadamente apartadas de cualquier tipo de tratamiento y dejadas literalmente morir y además completamente solas. Es cierto que no es algo general, que ante la escasez de recursos y medios personales hay que seguir algún criterio y priorizar, que la situación es desesperada en muchos lugares, pero hay que considerar individualmente cada caso y no descartar a priori a nadie. En este sentido agradecemos las reflexiones del Comité de Bioética de España de buscar «el justo equilibrio entre el interés colectivo y la dignidad del ser humano” y que los principios de justicia, de igualdad y beneficencia se tengan en cuenta para todos los pacientes ingresados y no solo de los pacientes con coronavirus . Nos alerta este comité también pidiendo estar atentos para » no caer en el utilitarismo». Es un difícil reto, pero debemos asumirlo.


Compartimos el dolor con quienes esta terrible pandemia ha arrebatado de manera rápida e inesperada a sus seres más queridos, a quienes no han podido acompañarlos ni despedirlos y especialmente a aquellos que, con impotencia, han vivido la falta de información y el abandono. Habrá tiempo de exigir responsabilidades, aunque estas, no puedan devolver la vida a los que se nos han ido. Qué contraste con tantos detalles impagables de quienes facilitan desde las UCIs y los confinamiemtos, el contacto vivificador con los seres queridos, de quienes agotados y destrozados posponen el propio cansancio y sufrimiento para darlo todo por los demás, para cambiar radicalmente la angustia en esperanza. Estamos sufriendo, pero también gozando de una auténtica revolución de la vida en todas sus dimensiones, que es mucho más que lo biológico y material.


Este «bicho» está removiendo los cimientos de nuestro interior personal y social y puede ayudarnos a aprender muchas lecciones. Personal porque el crecer hacia dentro es una tarea intransferible, pero también debe hacernos reflexionar en cuanto a lo social se refiere. Porque debe quedar claro que todos los recursos materiales, legislativos y personales de una nación deben estar al servicio de toda vida humana y esto es incompatible con leyes y estructuras que vayan contra ella en cualquier momento de su existencia. En segundo lugar, debemos tomar buena nota de lo que está pasando, cómo se está actuando en estas circunstancias tan duras, para cuando ejerzamos nuestro derecho al voto, tener en cuenta que las consecuencias de quien gobierna, afectan profundamente a la vida y dignidad de todo ser humano, desde el primer al último momento y eso es prioridad sobre cualquier otro criterio. Saber distinguir quien busca el bien común, quien gestiona ágilmente soluciones positivas cuando todo se complica, quién cuida y protege toda vida humana con generosidad y
decisión. En realidad, la forma de actuar en lo extraordinario es un reflejo de lo que mueve a cada uno también en esas circunstancias ordinarias, a las que, si Dios quiere y tanta gente buena sigue trabajándoselo, volveremos pronto. Pero volveremos nuevos y mejores.


Alicia Latorre, presidente de la Federación Española de Asociaciones Provida, presidencia@provida.es

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