Si recurriste al aborto provocado y sufres sus secuelas, si el recuerdo de tu hijo y de lo que pasaste te está haciendo sufrir, busca ayuda. Necesitas curar esa herida para seguir viviendo feliz. Si quieres que te ayudemos, escribe un WhatsApp al 608046604 o un correo a info@provida.es. Nos pondremos en contacto contigo lo antes posible con total confidencialidad.
Estas historias reales han sido publicadas con el consentimiento de sus protagonistas y muestran la difícil situación de una mujer que vive un embarazo no deseado. Este es el testimonio que nos ofrecen, tiempo después de que vivieron esa situación, con la esperanza de que su experiencia ayude a otras mujeres en iguales circunstancias. Algunas de ellas pidieron permanecer anónimas.
Carmen 20 años
Hace 4 años me hice practicar un aborto; tenía 16. No sabía lo que era eso, mi novio amenazó con dejarme, únicamente mi madre me acompañó al quirófano. Lo pasé muy mal los dos años siguientes. Al tercer año, me quedé embarazada y mi pareja quería que perdiera el bebé. Mi madre discutió con él y me llevó a Provida. Yo no quería al principio, tenía miedo de todo; allí conocí a M. y a R. y una de ellas me convenció a seguir adelante en una charla muy larga donde todas lloramos. Me atendieron semanalmente al principio, luego quincenal y así hasta el parto.
Tuve amigas, como yo, clases de higiene y cuidados del bebé, comprensión por todos lados, y en el octavo mes me dieron la canastilla y lo necesario para mi niña.
No lo olvidaré nunca; ahora soy madre para siempre y cada vez que miro a mi hija pienso qué habría sido de ella.
Estoy terminando estudios que Provida me ha aconsejado hacer, con los salesianos, y tengo un pequeño trabajo esporádico mientras.
Hablo a todas mis amigas para que las atiendan en Provida, donde las ayudarán siempre. Muy agradecida.
Nuria
Me llamo Nuria. Estaba haciendo peluquería y me quedé embarazada; mi pareja me dejó porque no quería embrollos. Desesperada, fui a casa de mi madre, que tampoco estaba convencida de la llegada del niño; veía un problema en ello porque vive sola y mi padre la dejó al nacer yo.
Una vecina y amiga nos habló de Provida y nos fuimos las dos allí. Yo no sabía si abortar o no; todo me empujaba, la pareja, los amigos y hasta mi madre. Pero al llegar a Provida conocí a J. y R. que nos animaron a seguir, nos dieron esperanzas reales y comprendí que tenían razón, mi madre también; a ella la visitó una psicóloga muy amable durante dos meses, y todo sin cobrar.
Entendíamos que nos decían lo más importante; seguí a pesar de nuestros problemas de dinero, y estoy contentísima. Mi chico grande, de 4 meses, es una alegría. Mi padre incluso ha venido a verlo varias veces, yo sigo con los estudios de peluquería y la abuela lo cuida dos horas.
Sé que saldré adelante, no estaré sola y, de verdad, gracias, gracias Provida.