Todos los seres humanos somos iguales. ¿Es necesario recordar esto a nuestra desarrollada Europa? Sí, no sólo hay que recordarlo, sino luchar por devolver los derechos robados a los más débiles, a aquellos que, según el falso progreso, no reúnen los estándares de calidad para ser aceptados entre nosotros.
Tras la terrible II Guerra Mundial se promulgó la Declaración de los Derechos Humanos, para evitar que se repitieran de nuevo el horror y la injusticia de la eugenesia. La Convención de la ONU sobre Derechos de las Personas con Discapacidad defiende la igualdad de todos.
Pero aunque no hubiera documentos escritos, cualquier persona de bien, que tenga sentido común y corazón, sabe que todos somos iguales y una sociedad es más civilizada cuanto más protege y atiende a los más débiles.
Una mujer embarazada lleva un hijo en su vientre. Otra afirmación simple y obvia que hay que recordar. Un hijo puede enfermar cuando tenga 7 años, 20 ó antes de nacer. Y una madre, un padre y la sociedad entera deben luchar por ese hijo, especialmente en los momentos de más fragilidad.
Si un hijo está enfermo, se busca la solución médica al problema donde haga falta, sin regatear esfuerzos ni medios. Y si no hay remedio a su enfermedad, se intenta que ese hijo viva y muera, cuando llegue el momento, con el cariño y atención que se merece.
No puede mirarse al ser humano que sufre una discapacidad, como si fuera un desecho, como si fuera de menor categoría, como si no pudiera aportar nada o, peor aún, como si su eliminación fuera casi un deber social. Porque entonces, quien está enferma y muy grave, es la propia sociedad.Ha llegado la hora de que todos los estados del mundo reconozcan a todos los seres humanos sin excepción, los derechos que les corresponden. No son los gobiernos los que otorgan derechos; los derechos los tenemos las personas y el Estado debe reconocerlos. Y deben también crear las adecuadas condiciones para que toda vida humana crezca y se desarrolle en las condiciones adecuadas a su dignidad.
Gracias a los organizadores de esta Marcha por la Vida por darnos la oportunidad de recordar públicamente que todos somos valiosos y necesarios y que merece la pena seguir luchando para dejar atrás una etapa oscura e injusta. La cultura de la vida, sin duda ninguna, vencerá.