Estoy de acuerdo en que la ley, aunque contiene muchos puntos positivos, es muy mejorable, en el sentido de que en el anteproyecto hay huecos importantes que no aseguran el derecho a la vida de todos y en los que hay peligro de asumir tópicos sociales extendidos y aceptados como normales, que no tienen consistencia y que van contra la esencia de la dignidad humana.
Es importante aportar y construir sobre la verdad y la justicia para mejorar la ley, no sobre el consenso, pues en nombre del consenso se pueden admitir las mayores barbaridades. Puede haber consenso en la mejor atención médica y social al hijo y a la madre, en el compromiso para destinar todos los recursos necesarios para dar soluciones positivas a los casos especiales, pero nunca puede utilizarse el consenso para llamar mal al bien o para justificar quién y cuándo tiene derecho a la vida.
Es importante que el gobierno sea firme en dar este paso adelante sin miedos a las presiones y descalificaciones de quienes de auto erigen en los garantes del progreso e inventan falsos derechos.